Artículo escrito por Ricardo Moreno
TSMGO
4 noviembre 2024
Vivimos en la inmediatez, en la sobreexposición.
Nos hemos vuelto hábiles en el regate corto y en la reacción.
Lo justificamos en el zeitgeist que envuelve cada planteamiento que abordamos, aunque quizá detrás haya algo más profundo que merezca la pena ser revisitado.
Hoy, 4 de noviembre, Día Internacional del Marketing, cuando apenas quedan 57 días para terminar el año, puede ser un buen momento para reflexionar y repensar cómo de alineada está nuestra cultura corporativa y el marketing que activamos.
Hace 4 años, algo cambió. Una pandemia aceleró lo que algunos cazadores de tendencias anticipaban y el Edelman Trust Barometer, desde 2021, lo ha ido confirmando: la sociedad confía más en las empresas que en otras instituciones como gobiernos, organizaciones sin fines de lucro y medios de comunicación. Inapelable cambio de paradigma.
Estos últimos días en los que una DANA ha devastado la Comunidad Valenciana la reacción de compañías como Inditex, ACS, Apple, Santander, CaixaBank, BBVA, Banco Sabadell, el Colegio de Registradores, además de la sociedad en general… ha superado con creces la respuesta gubernamental.
El marketing en el siglo XXI.
Más que gestos revelan una forma de actuar, una forma de ser y de entender el lugar en el mundo que tienen las empresas. La importancia de tener una sólida cultura corporativa, ética y alineada con los valores fundacionales, trasciende y cobra más relevancia porque los consumidores se sienten más conectados con las marcas que no solo buscan innovar, sino que lo hacen con un propósito claro. Aviso a navegantes: el cliente soberano tiene olfato para detectar lo impostado y lo artificial.
Como gestores de la estrategia y el marketing de nuestras compañías, es un buen momento para que miremos más allá de los likes, los leads y las métricas. Estos KPI´s no sirven de nada sin la fuerza poderosa del marketing consciente. Construyamos valor, no sólo brillemos; iluminemos el camino de los demás.
Back to basics.
Quizá sea el momento de volver a los básicos, esos cimientos originales que construyeron la cultura de nuestra empresa, porque con el escenario general, lleno de ruido y vacuidad, la autenticidad y el compromiso son un vector de cambio que puede marcar la diferencia.
El marketing consciente no es el que clama por la atención de sus públicos, es el que está dispuesto a ser vulnerable y mostrar sus valores en toda su imperfección. Cada acción que abordemos debe ser congruente con los principios corporativos, no sólo apuntarse al último “insight” de moda.
Algunos hablan de que el marketing ha muerto, que vive su decadencia, justo ahora creo que es cuando más vivo está, cuando más se le necesita porque es el vehículo que tracciona en la organización desde dentro hacia afuera. Pocas disciplinas son ahora más esenciales. Requerimos de propósito y buenos storytellers, líderes que nos ilusionen de nuevo por hacer cosas, que nos unan en misiones comunes y nos eviten caer en la fosa de la irrelevancia proyectándonos al futuro. Recordar por qué hacemos lo que hacemos.
El hombre y la máquina.
Un equipo que siente que su trabajo tiene un impacto positivo y deja huella en el mundo es más leal, está más motivado y, además, es más humano. Este es el liderazgo humanista que define Marcet. Esto último, el humanismo, nos enlaza bien con el último melón que se ha abierto: la IA, esa herramienta que ofrece soluciones predefinidas a problemas conocidos. Ahí lo humano marca la diferencia, la capacidad de abordar nuevas rutas, abrir creativamente opciones, arriesgar y sobreponernos es difícilmente replicable por un algoritmo.
El marketing consciente es la próxima frontera, es el desafío a cualquier organización para definir el valor que quiere aportar a la sociedad. Quizá hoy debamos rendirle homenaje al marketing, dedicándole algo de pensamiento, una pausa para replantearnos si vamos por el buen camino y el rumbo es el correcto. Ese es el marketing que merecemos.