Al inicio de la última crisis sanitaria provocada por el virus COVID19, en marzo de 2020, se hablaba de sus consecuencias y de la posibilidad real de que después de su paso, o incluso si el virus había venido para quedarse, nada sería lo mismo, tampoco en el caso del sector de la Construcción. Las consecuencias económicas son obvias(la industria retrocedió abruptamente hasta situarse en el nivel de actividad que tenía en 2012.), y el sector puede considerarse hasta cierto punto afortunado en España puesto que es de los que menos ha visto mermada su actividad. Pero más allá de estas consecuencias analizadas desde todos los ámbitos y de la que hablan detalladamente las estadísticas y noticias, nos centraremos en la ambición “constructiva”, de ver un lado positivo a lo irreparable, en las consecuencias prácticas, en el modo de continuar la actividad del sector en lo que parece ser ya un periodo PostCOVID.
Hay mucho contenido a analizar, que llevará meses o años, en la reacción de la industria de la construcción a esta crisis pandémica. El entorno post pandémico ha introducido nuevas y variadas dinámicas de mercado que traen consigo nuevas oportunidades, estas son las principales:
- Una bajada de la inversión en locales retaily restaurantes.
- Un incremento perdurable a medio plazo en la construcción de viviendas unifamiliares aisladas.
- Incremento en la construcción de almacenes y de supermercados.
- Cambios en las preferencias del consumidor a la hora de elegir una vivienda.
- A medio plazo se prevé un importante incremento en la inversión pública en proyectos. Pese a la desaceleración del crecimiento económico general, son varios los gobiernos que hoy en día siguen adelante con programas de infraestructura a corto plazo con la vista puesta en la recuperación.
- Ligera tendencia creciente en Europa a la búsqueda de entornos menos masivos y metropolitanos, aunque con una duración impredecible de esta tendencia.
- Cambio en las políticas de geolocalización de grandes empresas.
Es por esto que los expertos confían en una recuperación del sector escalada pero constante en lo que queda de 2021 y en 2022. Superando previsiblemente en 2023 los niveles de 2019.
Solo en España, la patronal de la Construcción Seopan y Tecniberia, la Asociación Española de Empresas de Ingeniería, Consultoría y Servicios Tecnológicos, han presentado en el foro “Construyendo un futuro sostenible. Diálogos para la recuperación económica” celebrado este mismo mes de octubre, un plan de inversiones en infraestructuras por valor de 145.573 millones de euros susceptibles de ser financiados, en parte, por el Fondo de Recuperación de la Unión Europea.
Después de la imagen denostada del sector en el boom inmobiliario, esto es ,en cierta manera y hay que decirlo, un espaldarazo al buen trabajo de las empresas del sector y el apuntalamiento de este como un claro motor de generación de riqueza. La inversión en construcción y toda su amplísima cadena de valor tiene un efecto multiplicador y dinamizador de empleo en la economía. Y no solo esto, sino que además ha de servir previsiblemente como estandarte del buen hacer en servicio de la sostenibilidad, la vivienda digna y la eficiencia tecnológica, tal y como apuntaremos ahora. Durante este periodo de pandemia, la construcción en muchos países se ha considerado como servicio esencial, para no paralizar los avances en infraestructuras o como ya hemos dicho, por su alto impacto directo en las economías medias y bajas.
Antes de la Crisis de la COVID 19, el sector en España estaba claramente anclado en la forma de construir de finales del siglo XX: contaba con avances significativos en materiales, sistemas BIM manager y sistemas constructivos u otros productos, pero con el mismo “modus operandi” de las empresas en la mayoría de los casos a pesar de los avances disponibles y otras tecnologías. Pero esta crisis sanitaria ha cambiado la tendencia de las empresas y el sector en apenas un año, entrando en el espectro de objetivos de las empresas términos como eficiencia y rehabilitación energética, digitalización, industrialización, innovación, robótica… entre otros. Esto es en parte gracias a la hoja de ruta que tomarán las inversiones públicas y privadas, alineadas con la agenda 2030, dado que las empresas que quieran tener un mayor éxito tendrán que alinearse también con estos objetivos.
Otro de los posibles beneficios colaterales de la crisis ha sido la concienciación general de la vulnerabilidad de los hogares en los que las condiciones de habitabilidad son precarias: se ha evidenciado no solo la importancia de las condiciones higiénicas, de sistemas de ventilación de las viviendas, sino también la importancia de un buen diseño y distribución, uso y conocimiento por parte del usuario de estas medidas.
Los usuarios de las viviendas han modificado ciertos patrones de comportamiento durante esta crisis, pero el mercado inmobiliario coincide en que no es un cambio de tendencia puntual, si no que será un cambio de tendencia que perdure a medio plazo. Una población algo menos predispuesta a viajar repercutirá en la construcción dedicada al ocio, en la vivienda vacacional y en la orientada a los jubilados de terceros países. Pero también es posible que algunas familias opten por corregir los déficits de confort en sus viviendas que se han manifestado durante el confinamiento.
Desde el punto de vista de las Pymes y Empresas, todavía es pronto para saber cómo va a afectar a medio plazo el bajón de producción, y cómo va a ser la liquidez de las empresas pequeñas y medianas que están aguantando gracias a un mayor endeudamiento: habrá que ver como se gestiona la devolución de los ICOs y el pequeño colchón que habrían podido generar en los años de recuperación del sector. Pero, sin duda, este difícil periodo debería servir para crear empresas más preparadas y más fuertes al ser más conscientes de la vulnerabilidad de la rueda económica ante eventos de este tipo. Además es previsible que las empresas compacten su estructura y se aumente plantilla, no solo ante la previsible oleada de inversiones, sino que muchos trabajadores por cuenta propia y empresas de muy pocos empleados decidan seguir su actividad haciéndolo al paraguas de la cotización en una empresa mayor, produciéndose contrataciones y fusiones que harán un sector más competitivo.
Lo que está claro es que la crisis ocasionada plantea un futuro para la industria de la construcción igual de incierto a largo plazo que antes de la pandemia, pero ha supuesto un impulso a los cambios en las empresas, lleno de nuevos retos y oportunidades de avance tecnológico y ecológico del sector.
En resumen, estos serían los aspectos positivos con un efecto acelerador que de forma inesperada podría provocar esta crisis en las empresas del sector:
- Una mayor digitalización de procesos.
- Desarrollo de un sub-sector de software y tecnología blockchain aplicado a la construcción que, sin duda, traerá análisis en tiempo real de las necesidades del sector.
- Nuevos mercados ante las nuevas necesidades provocadas en materia de vivienda.
- Una construcción que apueste por la sostenibilidad.
- Apuesta por la industrialización de procesos para optimizar recursos. Dentro de la industrialización, la robótica aplicada puede también abrirse hueco como consecuencia.
- Puesta en valor de la vivienda con mayor confort y diseño.
- Mejora en las condiciones de seguridad y salud en el trabajo.
Por último, habrá que estar atentos a las señales del mercado inmobiliario. A pesar de estas señales optimistas, la situación no está exenta de incertidumbres en el sector: existe la subida de las materias primas, la inestabilidad geopolítica,… Será crucial también que la demanda inmobiliaria a nivel nacional no se derrumbe para que el tejido del sector no dependa solo del efecto de las nuevas inversiones que se han aprobado en Bruselas, las cuales deberían ir acompañadas de medidas enfocadas a la mejora y cualificación del empleo, la innovación en el sector y la adquisición o renovación de viviendas para hacerlas más eficientes y más confortables.
Una cosa sí es segura, el sector encara la etapa post-COVID con un valioso know-how sobre cómo desenvolverse en momentos adversos y con una capacidad de resistencia más que demostrada.
ISMAEL MARTÍN. Presidente del Clúster ARIC (Asoc.Riojana para la Innovación Constructiva)